Daniel Aznar Alonso (Marlowe)
"Sueños de un Reductor" nº 56
La organización del certamen me ha pedido que escriba
una carta de presentación, así que intentaré dejar en mal lugar a todo ese
entorno cercano que debate de una forma más o menos acalorada sobre mi
impresentabilidad e intentaré dar unas breves pinceladas sobre mí.
Nací hace treinta y ocho años en Madrid. Al menos eso
es lo que me han contado, porque yo, a decir verdad, no me acuerdo. Me fío
porque me lo contaron mis padres y porque así aparece en todos los documentos
oficiales, si bien, doy mayor veracidad a la primera fuente. Sí que recuerdo,
en cambio, haber cursado en la Universidad Complutense
de Madrid la carrera de Ciencias Económicas, en su rama de Economía del
Desarrollo, que digamos, es la rama más idealista de la carrera más pragmática.
Una más de mis licencias a la inescrutable teoría de la contradicción.
Como es de imaginar, una vez licenciado, mi carrera
laboral se empezó a mover entre números con tendencia a teñirse de rojo,
balances con tendencia a descuadrar, y pesetas con ineludible tendencia a
las mutaciones a euros. Siguiendo estas y otras secuencias numéricas, me
vi, más de modo casual que premeditado, cogiendo el puente aéreo y cambiando mi
ciudad de residencia de Madrid a Barcelona. Lo hice coincidir con el cambio de
milenio, para que no se notara tanto.
Hoy en día sigo viviendo en Barcelona, donde eché
raíces y un precioso fruto. Trabajo de tesorero en una promotora
inmobiliaria, o lo que es lo mismo, tengo un postgrado en curas de espanto que
añadir a mi currículum. De vez en cuando, tal y como están las
cosas, busco la redención de los números en las letras y encuentro tiempo
para escribir algún relato o alguna idea más o menos furtiva.
En un acto de insolente vanidad, remití uno de esos
relatos a un concurso cuya temática, la gastronomía, se ajustaba a algo
que recientemente había escrito; con una salvedad: tenía que reducir las seis
páginas iniciales a las cuatro de las bases del concurso. Es otra de las
paradojas de este relato, "Sueños de un reductor". No podía haber
sido de otra manera. Al fin y al cabo, todo es reducible a cualquier nivel en
el camino hacia su esencia.
Por último quiero agradecer a quien corresponda la
buena organización de este certamen de relatos gastronómicos "Mirador del
Norte", así como la idea y, por supuesto, la resolución final del jurado.
Atentamente, el autor.
Daniel Aznar