Como todas las tardes Camille se encontraba organizando la bollería para la merienda.
En este momento estaba horneando croissants, estos eran los más famosos de la ciudad y no por casualidad ya que parecían hechos por los mismos Ángeles.
El secreto por supuesto solo lo sabía ella, por eso no permitía que ninguna empleada los preparara.
Camille era una extraordinaria repostera que siempre decía que el secreto de una fantástica obra es el amor que uno ponga en ella, pues sin esto no se puede dar rienda suelta a la creatividad que uno tiene dentro de sí.
Justo en el momento de sacar la bandeja y dar el toque final a su “joyitas” llegaba a la acogedora “patisserie” su queridísimo amigo Lorenzo, hoy tenía el día libre y parecía que también el firme propósito de disfrutarle, pues habitualmente al final se complicaba con algo.
Lorenzo, era un hombre muy ocupado, se multiplicaba por cien poseía una capacidad de resolución increíble y siempre con una sonrisa en la boca.
Sus esfuerzos iban encaminados a su gran pasión, la cocina y todo lo relacionado con ella.
Su afán por transmitir sus conocimientos a cocineros noveles y la entrega que ponía le hacía muy especial…. Todos los días poco después de las comidas y hasta antes de la cena reunía a sus discípulos y les formaba en el arte culinario.
Los clientes de su restaurante se morían por degustar sus platos y cambiar impresiones con él, era un hombre ameno, afable, divertido y tres charman.
Lorenzo era uno de los chefs de cocina más reconocidos en España, cuando era un crio se había ido a Francia, allí conoció a Camille y después fue a Suiza.
Trabajando duro y gracias a su talento y “buen hacer” en las Escuelas de Hostelería Internacionales, consiguió seducir los paladares tanto de profesores y alumnos fuera y ahora dentro de nuestras fronteras.
Una vez que se convirtió en el hombre diez de los fogones decidió ( después de vivir varios años en Paris y a pesar de estar enamorado de esa bella ciudad con su Trocadero, Quartier Latin, Bois de Boulogne etc.) regresar a España pues en algunos momentos extrañaba la alegría, el paisaje y el carácter tan típico y diferente de su familia española.
En su vuelta decidió incluir a Camille, pues sabía a ciencia cierta que deseaba tenerla muy cerca y después de largas conversaciones lo consiguió.
-¡¡Bonsoir Camille, mí adorada repostera!! ¿Será hoy el día que me des el sí?
-Mon Cher, me temo que no tengo tiempo ni de decir “SI”, pero no descarto la posibilidad en otro momento.
-Aunque no te veo animada yo seguiré insistiendo, mi bella. Pero entretanto me pongo a tu entera disposición para lo que se te ofrezca y también si quieres puedes proponerme algún plan, cena&cine, una petanca, bolos, un circo o quizás una velada romántica con cena a la luz de las velas y, si, no descarto la posibilidad de eso que sé que se te ha ocurrido como remate final. Algo sexy y muy, muy, pero que muy dulce.
Querida, no me digas que no son fantásticas estas propuestas, aunque he de confesarte que hay una
que me seduce claramente bastante más que las otras… ¿sabes cuál, Camy?
-Pues no, no sé, teniendo en cuenta el amplio abanico de opciones creo que unos bolos no estaría nada mal pero mira, lo cierto es que estoy muerta y me encantaría irme a casa tempranito, pegarme un baño reparador y cenar para dormir de un tirón como un angelito.
Creo que debo darte las llaves de mi casa.
Mientras termino aquí puedes preparar alguno de tus platos suculentos, esos geniales que intuyo creas pensando en mí, y por favor en este caso que no sea muy pesado.
-Bueno, entonces me voy volando… espero lucirme como solo tu mereces.
Con el convencimiento de que podía ser un día para recordar siempre. Se fue pensando la manera que le garantizara el éxito y con la que ella no pudiera resistirse a sus encantos.
De camino a casa, hizo una parada para comprar un par de cosas en el “súper “ de la esquina.
Sin perder un minuto se lavó las manos y se puso “manos a la obra”.
En poco más 30 minutos “voila” ya estaba todo a punto de caramelo, postre incluido.
La ensalada templada de frutos de mar con vinagreta de naranja y pistachos, el solomillo de ternera con foie y crujiente de Pecorino y fundido de chocolate con naranja, un hibrido de mousse y bizcocho sensacional y ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡superligero!!!!!!!!!!!!!!!
En el mismo momento que Lorenzo se disponía a beber un copa de buen vino Ribera del Duero, Camille entraba por la puerta, parecía que se habían puesto de acuerdo pero no, posiblemente es que ella tenía más ganas de llegar a casa de lo que pensaba para reencontrarse con “su Loren”.
Después de un buen baño relajante que la dejo nueva, ambos degustaron a la luz de las velas la magnífica cena cuyos efectos, a decir verdad superaron con creces las expectativas más o menos previsibles.
Efectivamente la musa inspiradora no pudo resistirse a las increíbles sensaciones que comenzaron a fluir con el primer bocado, esos colores, sabores, olores esas salsas ¡¡¡¡¡madre mía!!!!, las materias primas cuidadosamente seleccionadas se habían conjugado en un todo para dar lugar a un espectacular resorte elaborado con esas manos privilegiadas y … tanto amor.
Ya era imposible resistirse a lo que durante tiempo venía fraguándose y los dos sabían además, ¿Para qué negar lo que ya era tan evidente?
Solo debían dejarse llevar por el torbellino sin par que ahora los envolvía y eso fue lo que hicieron.
Desde aquel día Lorenzo y Camille forman una deliciosa familia, para comérsela, con mucha salsa y AZUCARRRRR.
3 comentarios:
Una historia un tanto púber, con algunos errores ortográficos y puntuada al azar.
Suerte.
Es cierto que parece escrito por un adolescente, y las comas no están demasiado bien colocadas, además de alguna falta.
Estoy de acuerdo en que la historia parece escrita por un adolescente. Quizá habría que pulir los diálogos un poco más para que parezcan más reales y no dar tantas explicaciones. También cuidar el tema ortografía.
Un saludo
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