jueves, 2 de junio de 2011

9- Una luz, una mirada por Paulina

Camina lentamente, no lleva prisa, la tarde va cayendo serenamente, como sí el tiempo fuera más despacio, los últimos rayos del sol  comienzan a perderse en el horizonte, brindan su última calidez, una brisa tibia hará refrescar.
Camino rápido,  con cierta prisa, la noche ha llegado velozmente, como si el tiempo se acabará, los primeros rayos de luz de luna comienzan a iluminar una noche oscura, un viento frío hará temblar.
Una calle  llena de frondosos árboles, sus hojas mecidas por un soplo juguetón, enmarcaran el encuentro, que sucederá entre un caminar lento y otro rápido.
Una tenue luz de luna fulgura en el ambiente, una mirada de ternura se desencadenará entre los dos, un abrazo estremecedor arrobará cuerpos con sentimientos y, finalmente un apasionado beso coronará el reencuentro.
Caminamos. Vamos en silencio unos pasos, cada quién con sus pensamientos y sus emociones.
Primero separados, despacio nos acercamos tomamos nuestras manos, la de él, tibia, la mía, un poco fría,  al  acercarnos y unirse, ambas, se tornarán cálidas.
Ese silencio acogedor invita a las miradas a encontrarse de nuevo, un trueno a lo lejos y las primeras gotas de lluvia aparecen comienzan a humedecer nuestras ropas, una sonrisa se dibuja en nuestros rostros, nos dirigimos hacía un sitio cálido, corremos con las manos entrelazadas, la sonrisa se va transformando y comienza una risa espontánea de llana complicidad. La llovizna en unos instantes amaina.
Me vuelve a abrazar y me susurra al oído de que todo esta listo para que vayamos a cenar a su restaurante favorito, nuestros pasos se encaminan. No muy lejos de allí.
Tras las ventanas se distingue un lugar iluminado con luz de velas, al ser abiertas las puertas nos recibe una mullida alfombra con pétalos de rosa, una mesa con un mantel blanco, dos sillas, una botella de vino y dos copas de cristal.
El lugar parecía reservado sólo para los dos. Entre sorprendida y nerviosa, así era.
Él, amable caballero, me ofrece la silla, me siento  despacio, él lo hace a mi lado y toma suavemente mis manos, y a la luz de las velas, sin hablar, nuestros ojos se encuentran nuevamente, nos miramos con candidez.
El momento se torna romántico, a nuestro lado vibra el resplandor de pequeños fuegos bailando sutilmente, dan una claridad en penumbra, sin querer exhalamos un largo y pausado suspiro de enamorados.
Mientras, buscamos calmar nuestra sed, el vino abierto invita a ser degustado, su bouquet proporciona sensaciones aumentando el clima  de pasión que se ha suscitado entre los dos que se saben mutuamente aceptadas.
Paulatinamente el vino se desliza por las copas, y de las copas a nuestros labios, halagando y complaciendo el paladar de cada uno.
Deleitamos entonces una exquisita cena que comienza con una crema de pistache con crotones, una langosta al sartén y seguimos conversamos. La charla, amena, gira en torno a anécdotas de vida, en el ambiente flota; música clásica  suave y cadenciosa que no molesta, la risa nos acompaña, el cortejo despierta pasiones escondidas, y seguimos riendo, los minutos pasan rápidamente, y entre bocado y bocado hemos cenado deliciosamente.  Para terminar degustamos una tarta de chocolate con un café express.
Al final el chef, nos pregunta si fue de nuestro agrado el menú. Ambos asentimos. Sonreímos en complicidad.
De repente, la música ha dejado de sonar, el silencio se vuelve inesperado, mi canción preferida se comienza a escuchar, él se levanta con ímpetu, me toma de la mano, comenzamos a bailar, nos abrazamos, lentamente me lleva, damos unos giros y sin más, nos volvemos a besar.
Nos separamos pero seguimos bailando, él murmura deliciosas palabras de enamorado, sin esquivar también las digo. Las palabras quedan entre los dos.
La noche está por terminar, ha sido una velada encantadora, él me mira, yo lo miro, entre los dos, un estómago agradablemente lleno, una luz, una mirada.

3 comentarios:

Jacobino dijo...

El estilo es pobre, repleto de adverbios acabados en “mente” (los hay en casi todos los párrafos), mal puntuado y con faltas de ortografía. El argumento también es pobre y poco original, con exceso de descripciones que poco aportan a la historia, y carece de conflicto.

Suerte.

Anónimo dijo...

No hay relato sólo anécdota.

Calvin dijo...

El relato es claro en su propuesta, (una pareja de novios recientes o de exnovios que se dan una segunda oportunidad se encuentran en el sitio acordado y disfrutan de una npche mágica) y la parte culinaria se introduce sin que queden dudas a mitad y al final del relato. Ahora bien, el texto está escrito con demasiadas faltas para seguirlo cómodamente. Por otra parte, el narrador omnipotente de la primera parte, desaparece para centrase sólo en los sentimiento de la chica. Eso es raro y creo que hace el relato pobre desde un punto de vista literario. Lo mismo con el salto de futuro a presente. No creo que sea la mejor opción.

UN saludo