Rabiábamos de hambre: Los colmillos asomaban por
los poros.
Primero tuviste que desvestir la achicoria temiendo
encontrar un rastro agrio entre sus hojas, después, mucho después, notarías mi
aderezo de cilantro.
Ambos degustamos el carpaccio vorazmente. Tenía ese
toque de limón de las primeras veces.
Alzamos las copas y al brindar quedó reflejada en el
cristal nuestra inquietud: Decantamos el miedo ayudándonos del vino.
Fue un banquete de carne mechada. Teníamos las lenguas
escaldadas y los cuerpos flambeados.
En algún lugar al que dábamos la espalda, merendaba el
tiempo antropófago.
Los fogones regurgitaban incesantes: turrones,
potajes, buñuelos, gazpacho, y castañas asadas. Era un menú estacional como mis
cambios de humor.
¡La cena está servida! exclamó nuestro hijo de cuatro
años. Había plato único: menestra de rutina.
Ya era noviembre cuando te marchaste a Milán a por un
antiácido; ensartada en la garganta se me quedó la brocheta de provola.
Aún a veces carraspeo.
Por la espalda llegaron vaharadas de postre. Yo pedí
chocolate fundido, tú un café solo, un café solo con mucho hielo. El chocolate
balsámico lo conseguí en otra mesa de otra cocina en una casa ajena.
Nos miramos, habían traído la cuenta, dudamos, quizá
hubiésemos hecho el gesto de pedirla; quizá, demasiadas veces. En estos casos
siempre se paga a escote, aunque el cincuenta por ciento aritmético
implique más para uno que para otro. Las digestiones tampoco son matemáticas. Y
así, como caníbales desdentados, nos despedimos en silencio limpiándonos con la
servilleta.
10 comentarios:
¿¿¿???
La metáfora de la relación como una comida es interesante,pero la narración es, desde mi punto de vista, demasiado agresiva para que cuaje. El lenguaje despista, más que ayuda.
Un saludo
La idea era escribirlo a mordiscos, de ahí el título.
Un saludo y gracias por comentarlo.
Es un relato breve, convulso y agresivo. Me recuerda el estilo del poema unamoniano sobre la conciencia. Lenguaje selecto y mucho desgarro, mucha vida en pocos brochazos. Me ha llegado.
Si lo intentaras con la poesía igual cuela, pero como cuento...
Mancantao
Pues a mí me ha gustado mucho, aunque el final un poco triste... bueno, como la gran mayoría de las rupturas
Aunque una relación tan surrealista no necesitaría de más explicaciones, sí me gustaría haber tenido más pautas para comprenderla.
simplemente, impresionante. cinematografico, agresivo, breve, casual... en definitiva: sabroso!
Me gusta. Este relato junto con otros cuatro o cinco me ha quitado de la boca el sabor a menestra de rutina.
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