miércoles, 1 de junio de 2011

7- Receta para una cena de nochebuena por Caterina Albert

Cómo preparar una cena de nochebuena. Teniendo en cuenta que yo soy escritora y no cocinera, veré que es lo que puedo aprovechar para hacer un relato basado en esta actividad. La cocina es un buen lugar de inspiración para un relato dado el olor que desprenden desde la mayonesa untada en los canapés hasta la piña recién pelada con que se corona la cena. Ya que, la cena de nochebuena da lugar a una reunión familiar, dejando a un lado las disputas que en ella surgen, deberá de estar constituida por diversos platos que independientemente de su sabor, deberán ser devorados inmediatamente por la vista. En otro caso seria una cena normal, no una cena de nochebuena. Esto lo voy a escribir.
La cena se empezará a elaborar por el tercer plato. Se calienta el horno previamente, olvidando esta noche por ser la noche que es, el ahorro de energía eléctrica Tomamos el cochinillo que el carnicero ya se ha ocupado de partir a lo salomónico. Se colocan ambas mitades en la bandeja del horno y procuramos olvidar que el cochinillo tiene un aspecto muy similar a un bebé recién nacido. Se sazona bien con sal, le echamos un chorrito de aceite de oliva y colocamos una ramita de perejil bajo la mitad de cada medio hocico, no se sabe para qué, lo cierto es que queda simpático. Bien pensado, el perejil también puede servir para que se lo coma mi cuñada que todos los años por Navidad decide hacerse vegetariana. Se mete en el horno (el cochinillo, a mi cuñada la dejamos con su cara de acelga).
Mientras el cochinillo se va asando, se hacen los canapés. Se pondrán dos huevos a cocer. Los cuadraditos de pan se untarán con mayonesa y patés diversos, una fina capa por dos motivos, el primero porque una capa gruesa quedaría ordinario y el segundo porque la vida está muy cara y los salarios cada vez son más bajos. En cualquiera de los casos siempre hay alguien que suple a una suegra impertinente, en mi caso la pejiguera de mi cuñada, la que es hija de un notario, no la que se hace vegetariana en Navidad, y se le ocurre eso de que a los canapés se les ha quedado el pan tieso, o los patés no son finos, o los huevos pueden tener salmonera.
Se le echa un vistazo al cochinillo, no sin previamente volver a concienciarnos de que es un cerdito y no un bebé, y se le vierte por encima un vaso de vino blanco. Sirve para este menester un vino vulgar de mesa e incluso alguna de esas botellas de albariño que el avaro de tu ex marido había escondido para bebérsela sólo y al descubrirla, el vino ya estaba avinagrado. Este último consejo vuelve a estar dado en función de la infracción de la vida. Además nadie pregunta jamás que tipo de vino se le echa al cochinillo, ni siquiera se le ocurre la pregunta a la hija del notario.
¡Bolígrafo y papel! Tengo que escribir todo lo que he pensado antes de que se me olvide.
Volvemos a los canapés. Se pelan los huevos que se han cocido y se parten en finas rodajitas, se colocarán en el pan con mayonesa, sobre ellas un trocito de pimiento rojo, no es necesaria gran cantidad, tan sólo que resalte a la vista y si te encuentras muy detallista sobre el pimiento rojo se puede colocar una anchoa, una aceituna, o ambas cosas. Se pueden añadir unos cuadraditos de pan con caviar rojo o negro, sucedáneo por supuesto que no está la economía para altruismos. La vegetariana por navidad se los come que da gloria verla, la hija del notario siempre pone pegas.
De esta forma, tenemos elaborado parte de los aperitivos que se complementaran con un plato de jamón y otro de chorizo ibérico y muchos platos de patatas fritas, cortezas, almendras y avellanas, al tiempo que tenemos casi a punto nuestro cochinillo.
El primer plato estará formado por diversas fuentes de mariscos acompañados por un consomé de verduras que se habrá realizado el día anterior. Gambas, langostinos, cigalas, nécoras, percebes y algunos bígaros se habrán comprado cocidos para que la cocinera pueda llegar a tiempo para su degustación en lugar de estar elaborándolos a la plancha mientras el resto de la familia está comiendo, porque a mi cuñada vegetariana le da pena comerse un trocito de cochinillo o cordero, sin embargo, al marisco no le pone pegas, se debe de pensar que se cultiva en la tierra. La hija del notario también está muy calladita no sea que mientras habla otros se coman los percebes. Por el contrario, para disfrutar de este plato la cocinera-ama de casa, tiene que rezar sus oraciones antes de degustarlo, con el fin de olvidar el precio que pago por ello y comenzar con fuertes dolores de estómago.
¡Voy a escribir otra vez y dejarme un poco de tanta cocina!
La piña natural de postre se partirá en rodajas en la mesa y cada cual se pelará su parte que para eso todos los que vienen a cenar les ha sido dado a conocer utilidad de un cuchillo y un tenedor.
Por último se prepara una bandeja con trocitos de turrones y frutas escarchadas variadas y se acompañará con champán que hay que meter en el congelador, ya.
Duración, cinco horas metida en la cocina. Ahora a esperar a los comensales y me contarán encima lo cansadísimos que llegan.
Creo que comenzaré la cena leyendo este relato a ver si se les agria y al año que viene le toca a otro prepararla.

5 comentarios:

Jacobino dijo...

Caterina:

Aunque tampoco pueda considerarse estrictamente relato, el tuyo me ha parecido de lo mejor que se ha publicado hasta ahora, sin duda el más ameno y cuya lectura se hace más grata, si bien existen en él algunos errores ortográficos, gramaticales y de puntuación que lo hacen desmerecer.

Suerte.

Anónimo dijo...

Es divertido y resulta imposible no sentirse identificado. Muy bueno lo de mezclar las recetas con la historia y los personajes. Pero coincido con Jacobino en que las faltas lo desmerecen.
Suerte
Aguiba

Calvin dijo...

Interesante la forma de enlazar la preparación del menú (de manera metaliteraria) con la vida de los comensales y la propia cocinera-narradora. También me gusta cómo se van intercalando los personajes a lo largo del texto y la resolución final del conflicto, esperando no tener que volver a afrontar la cena de Navidad.
Sin embargo, como han dicho antes de mi, las repeticiones y las faltas de ortografía no ayudan a la fluidez del relato ni a creerse que la protagonista sea escritora y no cocinera.

UN saludo

B. Menorca dijo...

La historia merecería ser un monólogo del club de la comedia. El texto por escrito adolece de los errores ya comentados.
Enhorabuena de todos modos.

Alain dijo...

Se agradece el clima rayando en lo cómico que quieres generar. La idea es buena pero insisto en lo anteriormente expuesto (y lamento no ser original), pero las repeticiones y el no haber hecho más visibles a los personajes hacen desmerecer al relato.