sábado, 21 de mayo de 2011

3- Carta comestible, por Setarcos

Amor de mis amores:
El motivo de esta misiva comestible es volver a maravillarte a través de los sentidos. Habrás notado al tomarla entre tus dedos delicados que la textura es frágil, es oblea, el continente, y se quiebra como un milhojas; tendrás que tener cuidado si quieres leerla hasta el final y saber su contenido, si no quieres que se diluya como en el horno la mantequilla. Habrás notado al olerla que hay sobre el blanco soporte un ligero barniz de confitura de frambuesa y arándanos y canela, de esa trenza su tono rosáceo, y que las letras y las palabras son de chocolate negro, del puro, cien por cien cacao, chocolate sin leche, ya sé…, ya sé que tienes intolerancia a la lactosa, no es por azar esta acrobática artesanía culinaria. Sentirás relieve al pasar la yema del índice sobre los puntos en las “íes”, es azúcar moreno, sí trabajo de chinos, pero sabes que soy meticuloso para los detalles en la seducción. Al principio pensé que el arbotante o sustentáculo podría ser una coca de vidrio, pero rechacé la iniciativa porque sé de tu aversión a las formas ovaladas, cada uno tenemos nuestras hipocondrías. Los espacios en blanco que ves son polvo de nieve endulzado en sacarosa, minucia que me ha llevado un buen rato. Podrías si quisieras guardar la carta para un museo de detallistas, ya es hablar por hablar, a sabiendas que no lo harás por tu condición irreversible de golosita integral, sin querer con ello molestarte. Puedes pensar que es mi último recurso para reconquistarte por el estómago, el de un arrebato de desesperación de un loco. Pudiera ser. De un loco enamorado. Es mi excusa para pedir perdón, misericordia de nueces, pasas e higos secos con el que están hechas las mayúsculas… por mi infidelidad absurda con el Google: explícitas imágenes de sexo. Me pillaste con las manos en una masa con levadura. Qué contrariedad, cortedad, humillación… Te confieso en un atrevido alarde de sinceridad que no era la primera vez y no es querer echar más leña al fuego, sólo buscaba nuevas formas de sorprenderte y me sobrevino la debilidad más acuciante. Me dio tiempo a escuchar que adelgazaba hasta desvanecerse, mientras me dabas la espalda, la palabra sordidez y se me clavó en el alma como un cuchillo desdentado. No me diste espacio a pretextos y te marchaste como lo hacen las mareas al retirarse, sin dar explicaciones. Hace un año que no sé de tu destino, hasta ayer. El destino permitió que te viera entrar en una pastelería y te vi a través de la gigantesca vidriera situarte detrás del aparador y anudarte un delantal. El desasosiego me ha invadido y quisiera enamorarte otra vez. En aquel momento viejo te hubiera dicho que era un simple desahoguillo, sin la menor importancia. No quiero importunarte y si me das una nueva oportunidad no te defraudaré; aquél… eran todos mis secretos, y si todavía me quieres disfruta de esta carta y no la pongas en el aparador, entre los buñuelos azucarados y las cañas de crema, sería mi confesión y al mismo tiempo mi vergüenza pública sin expiar, que destrozaría mi prestigio, aunque lo asumiría. Si no está expuesta… es que me quieres todavía. Te prometo que es digestiva con esa lluvia fina que le he puesto al final: unas –espero-, persuasivas… gotitas de anís.    

8 comentarios:

Jacobino dijo...

Se me hace largo, sobre todo la descripción de la carta, que poco aporta al relato, salvo extensión.

Anónimo dijo...

Muy farragoso, no tiene estructura, nudo o desenlace. Es complicado leerlo.

Submarinista dijo...

Pues a mí me gusta. Me parece un relato original, bien llevado y bien escrito. Y una bella forma de reconquistar un amor.

Anónimo dijo...

A mí también me parece bonita,original y bien escrita.
Aguiba

María dijo...

Me parece una idea original y dulce. Además, me gusta como está narrada, mezclando pasado y presente.

Suerte!

Anónimo dijo...

No está mal pero no cumple con el principio de coherencia con lo real, siendo un cuento realista y no de ciencia ficción.

Calvin dijo...

La idea de una carta es interesante, así como las descripciones de cómo está hecha a modo de introducción. Si es cierto, desde mi punto de vista, que escribir este relato tal y como lo narras en un dulce tipo oblea es imposible. Hubiera sido mejor utilizar un narrador externo y rducir el tamaño real de la carta a una disculpa pequeña y dulce. Y de paso, no dejar que pase un año entre haber estado mirando porno en internet y el arrepentimiento.

Suerte en cualquier caso

UN saludo

Alain dijo...

Me gusta la idea de la carta comestible. Y me gusta la historia de fondo, pero se podía haber sacado más jugo de este caldo.