Aun sin esperanzas.
¿Cómo intentar ese rescate?
Sin esperanzas no, porque si hay una
intención de rescate es porque se guarda esperanzas.
Después de todos los poemas de amor, de
todas las estrofas dictadas por el dolor del abandono y la ausencia hasta agotar
las fuerzas, quedó con el alma vacía. Despojado de todo sentimiento de alegría.
Desde entonces se volcó al trabajo como
único objetivo para su vida, pero tampoco esto sirvió para no pensar.
En los momentos de descanso en su
trabajo la esperaba, la veía entrar al bufete, cuando tenía la mejor sonrisa
para recibirla, comprendía que solo era su imaginación.
En algunos casos llegó a verla regresar
a su mesa y al levantarse a ofrecerle la silla ha sequedado con la garganta
seca comprendiendo que es solo un espejismo.
Comenzó a ir menos al bufete y trabajar
corridas las ocho horas, sin descanso, sin refrigerio para no imaginarla.
La persecución de los recuerdos y la
añoranza aumentó, según aumentó él la evasión. La encontraba a la salida de la
oficina y acompañarlo hasta su departamento. Primero le alegró esa presencia
acompañándolo. Hasta que ya no la vio sola.
Comenzó a verla acompañada de una
sombra, hasta que la sombra fue tomando cuerpo. Algunas veces llegaban antes
que el a su casa, cuando el llegaba ya estaban instalados, adueñados, ella radiante, y la sombra que ya tenia esa
forma apuesta y diligente que lo dejó anulado, encendía las velas y servia el
vino.
No pudo ya entrar a su casa y estar
solo, aunque sea con sus penas.
Tanto amor obsesionado lo fue dejando
taciturno y solo, trabajó horas extras para no estar con ellos en su
departamento. Cuando dormía se encerraba con llave para que no entren, pero
entonces los soñaba, despertando cansado como sin dormir. Así que trató de no
dormir para no soñar, no comer para que no lo acompañen en la mesa.
Se fue del departamento para no darles
el gusto de usar sus cosas. Se quedaba dormido en el trabajo pero allí también
los sentía, los soñaba.
Un día, con gran revuelo lo sacaron de
la oficina. Estaba como muerto con los ojos fijos en una visión inexistente, de
sus ojos salían torrentes de lágrimas, imparables. Lo internaron.
El médico no sabía como parar las
lágrimas.
Quedo inerte en el mismo estado por
muchos días.
Hasta que ella lo llevó a su casa, la
secretaria de la oficina, la enamorada silenciosa, para intentar rescatarlo.
Comenzó a cuidarlo afanosa, poco a poco
derramó menos lágrimas y pudo cerrar los ojos, aunque seguía inmóvil boca
arriba.
Cada día ella le hablaba con dulzura
mientras lo acariciaba, le contaba lo que pasaba en la oficina y aunque él no
la escuchara, le contaba de su amor escondido.
Este sábado puso dos rosas rojas en la
mesa de luz, acarició la frente de su enfermo, rozó apenas sus labios y se
dispuso a cocinar.
Colocó la plancha en la hornalla y puso
a dorar el pollo que maceró con hierbas
aromáticas que le trajo la abuela.
Mientras hervía el arroz preparó
una salsa con hongos y picantes.
Cuando estuvo bien dorado el pollo,
acomodó en las cazuelas un poco de arroz sintiendo que el aroma del pollo le
abría un hueco en el estómago. Puso un cuarto de pollo en cada una de las
cazuelas y lo cubrió con la salsa de
hongos y lo llevó al horno.
_ La receta de la abuela, no falla.
Dijo en voz alta como para escucharse
ella misma.
Dispuso en una bandeja un mantel blanco,
la bajilla y las copas de vino tinto.
Cuando la salsa estuvo tostadita, sacó
las cazuelas del horno y las llevó a la bandeja. Se dirigió a la habitación
donde se mantenía su amor adormecido. La habitación fue invadida por el aroma
exquisito de la comida afrodisíaca que preparó con tanto pasión.
Ella se sentó al borde de la cama y tomó
sus manos, comenzó a hablarle del sol y del mar, del sabor y del amor. De
pronto él abrió los ojos y la miró… de pronto sonrió.
_Hola…¿Como estas?_ ¡Nunca te ví tan
sensual! Le dijo sereno
_ ¿Qué cocinaste? ¡Debe ser muy rico!
Ella sonrió silenciosa recordando los
dichos de su abuela.
¡El corazón se cura desde el estómago!
¡¡Al corazón lo despierta el estómago!!
2 comentarios:
Pueril y pesado.
Suerte.
ME gusta la parte en la que tiene que dejar su apartamento porque las sombras no le dejan tranquilo. ME gusta que llegue a enloquecer. Ahora, la parte de ella cuidándole y reavivándole con la receta de la abuela, creo que desentona con el resto del relato, que en mi opinión es más potente, más real.
UN saludo
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