miércoles, 13 de julio de 2011

60- Perseguido

Aun sin esperanzas.
¿Cómo intentar ese rescate?
Sin esperanzas no, porque si hay una intención de rescate es porque se guarda esperanzas.
Después de todos los poemas de amor, de todas las estrofas dictadas por el dolor del abandono y la ausencia hasta agotar las fuerzas, quedó con el alma vacía. Despojado de todo sentimiento de alegría.
Desde entonces se volcó al trabajo como único objetivo para su vida, pero tampoco esto sirvió para no pensar.
En los momentos de descanso en su trabajo la esperaba, la veía entrar al bufete, cuando tenía la mejor sonrisa para recibirla, comprendía que solo era su imaginación.
En algunos casos llegó a verla regresar a su mesa y al levantarse a ofrecerle la silla ha sequedado con la garganta seca comprendiendo  que es solo un espejismo.
Comenzó a ir menos al bufete y trabajar corridas las ocho horas, sin descanso, sin refrigerio para no imaginarla.
La persecución de los recuerdos y la añoranza aumentó, según aumentó él la evasión. La encontraba a la salida de la oficina y acompañarlo hasta su departamento. Primero le alegró esa presencia acompañándolo. Hasta que ya no la vio sola.
Comenzó a verla acompañada de una sombra, hasta que la sombra fue tomando cuerpo. Algunas veces llegaban antes que el a su casa, cuando el llegaba ya estaban instalados, adueñados,  ella radiante, y la sombra que ya tenia esa forma apuesta y diligente que lo dejó anulado, encendía las velas y servia el vino.
No pudo ya entrar a su casa y estar solo, aunque sea con sus penas.
Tanto amor obsesionado lo fue dejando taciturno y solo, trabajó horas extras para no estar con ellos en su departamento. Cuando dormía se encerraba con llave para que no entren, pero entonces los soñaba, despertando cansado como sin dormir. Así que trató de no dormir para no soñar, no comer para que no lo acompañen en la mesa.
Se fue del departamento para no darles el gusto de usar sus cosas. Se quedaba dormido en el trabajo pero allí también los sentía, los soñaba.
Un día, con gran revuelo lo sacaron de la oficina. Estaba como muerto con los ojos fijos en una visión inexistente, de sus ojos salían torrentes de lágrimas, imparables. Lo internaron.
El médico no sabía como parar las lágrimas.
Quedo inerte en el mismo estado por muchos días.
Hasta que ella lo llevó a su casa, la secretaria de la oficina, la enamorada silenciosa, para intentar rescatarlo.
Comenzó a cuidarlo afanosa, poco a poco derramó menos lágrimas y pudo cerrar los ojos, aunque seguía inmóvil boca arriba.
Cada día ella le hablaba con dulzura mientras lo acariciaba, le contaba lo que pasaba en la oficina y aunque él no la escuchara, le contaba de su amor escondido.
Este sábado puso dos rosas rojas en la mesa de luz, acarició la frente de su enfermo, rozó apenas sus labios y se dispuso a cocinar.
Colocó la plancha en la hornalla y puso a dorar el  pollo que maceró con hierbas aromáticas que le trajo la abuela.  Mientras hervía el  arroz preparó una salsa con hongos y picantes.
Cuando estuvo bien dorado el pollo, acomodó en las cazuelas un poco de arroz sintiendo que el aroma del pollo le abría un hueco en el estómago. Puso un cuarto de pollo en cada una de las cazuelas y lo cubrió con la salsa de  hongos y lo llevó al horno.
_ La receta de la abuela, no falla.
Dijo en voz alta como para escucharse ella misma.
Dispuso en una bandeja un mantel blanco, la bajilla y las copas de vino tinto.
Cuando la salsa estuvo tostadita, sacó las cazuelas del horno y las llevó a la bandeja. Se dirigió a la habitación donde se mantenía su amor adormecido. La habitación fue invadida por el aroma exquisito de la comida afrodisíaca que preparó con tanto pasión.
Ella se sentó al borde de la cama y tomó sus manos, comenzó a hablarle del sol y del mar, del sabor y del amor. De pronto él abrió los ojos y la miró… de pronto sonrió.
_Hola…¿Como estas?_ ¡Nunca te ví tan sensual! Le dijo sereno
_ ¿Qué cocinaste? ¡Debe ser muy rico!
Ella sonrió silenciosa recordando los dichos de su abuela.
¡El corazón se cura desde el estómago!
 ¡¡Al corazón lo despierta el  estómago!!

2 comentarios:

Jacobino dijo...

Pueril y pesado.

Suerte.

Calvin dijo...

ME gusta la parte en la que tiene que dejar su apartamento porque las sombras no le dejan tranquilo. ME gusta que llegue a enloquecer. Ahora, la parte de ella cuidándole y reavivándole con la receta de la abuela, creo que desentona con el resto del relato, que en mi opinión es más potente, más real.

UN saludo