martes, 2 de agosto de 2011

95 Mapocho por Hambriento

-          En plena vía pública, se podía comer el más exquisito pescado frito de Santiago. Siéntate – ordenó mi padre. Yo seguía parado junto a la banca que había a cada lado del desnudo tablero en que unos hombres comían sendas presas de pescado frito.
-          Siéntate, hombre – repitió severo golpeando con su palma el lugar en donde yo debía hacerlo.
Sólo un instante después, la gruesa mujer que atendía el puesto de pescado frito a orillas del Mapocho, depósito los dos platos de fierro enlozados con senda presa para cada uno.
Quizás el hambre fue que me hizo vencer todos los escrúpulos y arremeter contra mi plato. Los hombres, al igual que mi padre comían en silencio.
El sol ya se había escondido tras el alto techo de la Estación Mapocho. La gruesa mujer quebraba las tablas de un cajón para incorporarlas al fogón que desde el suelo sostenía la oscura palangana de aceite caliente sobre la que  iba introduciendo nuevas presas de pescado. El color luminoso de las llamas parecía encender su rostro húmedo de sudor.  
Cada cierto rato, los microbuses, atiborradas de gentes solían detenerse unos metros más allá, inundándome de vergüenza por la mirada de sus pasajeros.
De pronto, mi padre se puso de pie y dijo:
-                     Vamos
Miré casi con sorpresa su plato vacío, pero cruzado por la enorme columna vertebral del pescado, en tanto yo recién había comenzado a entregarme al delicioso sabor de mi presa.
Me puse de pie presuroso y corrí algunos metros hasta ponerme a su lado.
-          ¿No pagó? – le dije mientras caminábamos presurosos.
-          No tengo plata – dijo tan sólo, sin detenerse.
Nunca he querido narrar a mis hijos aquel capítulo tan peculiar de mi niñez. Creo que jamás podrían creer que allí a orillas del Mapocho, en plena vía pública, se podía comer el más exquisito pescado frito de Santiago.

2 comentarios:

Jacobino dijo...

Otra anécdota, además insustancial, con algunos errores de puntuación e incluso alguno de concordancia.

Suerte.

Calvin dijo...

Creo que a la historia se le podría sacar más jugo. Además tiene demasiadas veces las palabras presa y pescado para ser un texto tan breve

Un saludo