lunes, 4 de julio de 2011

32- El desempeño familiar de una apañada cocina

...Hoy he decidido darle la vuelta a la tortilla y cambiar toda mi rutina en la cocina. Me doy cuenta que la cocina se ha convertido en algo que arrastro como una carga y que apaño día tras día con el mayor desinterés…
Hasta ahora y por la falta de tiempo de que disponía esta mama (dado su trabajo fuera y dentro de casa y la atención de su familia), hacía que invirtiera el mínimo tiempo en la cocina y había terminado siendo muy habilidosa en realizar distintos platos a  la vez, usando pocos cacharros e invirtiendo en todo el proceso un mínimo de tiempo.
Para hacer el cambio empezó con la planificación de las comidas y se dio cuenta de que eran de lo más rutinario, siendo los platos que menos guerra daban y mejor comían los niños los que realizaba de forma habitual llegando a ser demasiado repetitivos para todos.
...Hoy es lunes y los lunes son un día duro para todos, por lo que debo hacer cena ligera y agradable para los niños; que no estamos para lidiar con “esto no me gusta”. Hace calor pero está de tormenta y los niños no pueden jugar en el jardín, y habrá que entretenerles de alguna forma…
Sacó todos los ingredientes para hacer las albóndigas y preparó la carne a la que añadió además del huevo, sal, ajo y perejil y un poco de pan rallado, un poquito de orégano y nuez moscada pensando en su estómago que andaba dándole un poco de guerra últimamente.
Preparo también a sus dos hijos pequeños con un mandil y una buena lavada de manos. Cada uno estaba preparado para realizar a modo de manualidades esas albóndigas que tendrían formas mas variadas que las habituales. Daba gusto ver como se animaban uno a otro.
La hermana mayor, hasta ahora sin querer participar en la tarea pues estaba entretenida con sus pegatinas, sintió mucha curiosidad por aquello que estaba gustando a sus hermanos. Al observar la escena y no verse ella integrada en dicha tarea, pensó que no podía perderse participar de aquello. Decidió desempeñar un papel en esta actividad que le diera el estatus de hermana mayor que le correspondía y ella misma propuso a su madre que debía recoger a modo de reportaje o recetario aquellas comidas que iba a preparar con sus hermanos, idea que a su mamá le pareció de lo mejor y enseguida le ofreció papel y lápiz. Sobre la marcha, pensaron en recoger estas recetas en un cuaderno especial en el que además de la receta pondrían fotos e ilustraciones. De todo ello se encargaría la hermana mayor que empezó enseguida a escribir preguntando a su mamá y a sus hermanos por aquello que estaban realizando.
Mientras los niños estaba entretenidos haciendo las distintas formas y la hermana mayor les entrevistaba sobre lo que ya habían hecho, nuestra amiga pelo unos tomates, un par de zanahorias, media cebolla y unos dientes de ajo y lo puso a freír con un generoso chorro de buen aceite. Le añadió sal y una cucharadita de azúcar para paliar la acidez del tomate. Mientras se va haciendo la salsa, empezó  a freír las albóndigas teniendo especial cuidado para mantener algunas formas que de forma inevitable se ven un poco deformadas al pasarlas por la sartén. Una vez fritas y colocadas en una buena cazuela, le añadió la salsa de tomate después de batirla un par de minutos para evitar grumos y tropezones.
Los niños muy contentos con su nueva tarea en la cocina estaban expectantes con los resultados de su trabajo. Nuestra amiga mientras se cocinaban las albóndigas en su salsa, había hecho un arroz blanco que había sofrito primero para facilitar después la tarea de hacer los flanes. Los niños estaban ayudando a recoger. La hermana mayor quiso hacer alguna foto de la tarea antes de que se quitaran el mandil y se lavarán las manos.
Mientras que la mamá iba haciendo los pasteles de arroz usando un vaso pequeño como molde, los niños se pusieron a elegir los platos y preparar el escenario de la foto final de sus peculiares albóndigas que seguían haciéndose con su salsa de tomate muy lentamente y a la que la mamá había incorporado algún chorrito de agua. Escogieron los platos blancos para que se distinguieran bien las distintas formas de las albóndigas. La mamá fue colocando un par de flanes de arroz en cada plato y después previa selección de los más pequeños fue colocando las albóndigas con su salsa que a su vez adornaba los pasteles de arroz. Los platos estaban preciosos y los niños se esmeraron en poner la mesa para que pudiera su hermana hacer varias fotos con las que ilustraría todo lo que había escrito.
Se había pasado la tarde y hoy más que ningún día estaban todos deseando que llegara la hora de la cena. En ese momento llego el papá al que le relataron lo bien que lo habían pasado y le enseñaron sus resultados. El papá enseguida se impregno de la ilusión de sus hijos y quiso compartir con detalle todo lo que le contaban y le mostraban. La cena ya no podía esperar, todo estaba preparado.
Esta noche los niños tardaron mucho menos de lo habitual en ponerse el pijama para la cena, que disfrutaron en familia como la mamá había previsto, una cena de duro lunes, cena ligera y muy agradable para los niños.
…Esto ha resultado mejor de lo que esperaba y vamos a tener que repetir esto de vez en cuando, participando todos en la planificación e incluso la compra de los ingredientes para cocinar…
Esa misma noche el papá se había sentido un poco celoso por no haber podido participar de aquello y el mismo propuso repetir esto para realizar unas galletas que le salían muy bien a la abuela y que podría darles su receta. Una vez hechas invitarían a unos amigos para merendar.
De esa forma el sábado siguiente hicieron las galletas de la abuela con la peculiaridad de usar para realizar las formas, no solo un vaso de agua como hace la abuela para que le salgan las típicas galletas redondas, sino todos los moldes que tienen de un completo juego de modelaje de plastilina, por lo que salieron galletas con forma de estrella, de flor, de corazón, de delfín, de cerdito, de elefante y muchas otras formas.
Cocinaron también huevos rellenos de atún, canelones, paella, tortillas, croquetas (muy peculiares con formas redondas y también cilíndricas), boquerones… y todo tipo de platos que aunque tuvieran poca elaboración, todos acompañaban en el protocolo de elegir el plato, diseñarlo, planificar su compra y su realización y finalmente su degustación, todo ello bien recogido en el libro de recetas familiar que la hermana mayor iba rellenando solo cuando se trataba de alguna novedad, pues cuando la mama decidía volver hacer algún planto en el que los niños y el papa ya habían participado en su preparación, se incorporaban a su realización como rutina de obligado y deseado cumplimiento.
…Creo que he conseguido darle la vuelta a la tortilla de forma exitosa y estoy, no solo yo, sino todos los míos disfrutando de muy buenos momentos en la cocina. Me gusta ver a los niños divirtiéndose y aprendiendo con nosotros, y me encanta que se lo cuenten a los demás, como toda una hazaña y aunque no nos haya salido muy rica la comida final, ellos la degustan como si fueran los mas ricos manjares. Da gusto haber dado la vuelta a la tortilla…

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Una buena actitud ante la vida, deberíamos aprender muchos.

Arturo De-Leon dijo...

Buena idea hacer que los peques participen en la cocina. Además de integrarles en una actividad de la casa que les aporta diversión y responsabilidad, los niños ven a la familia como un equipo en el que cada uno aporta su trabajo y todos son necesarios en el grupo.
¡Felicidades por la idea culinaria y educativa!

Anónimo dijo...

Un cuento muy bonito con una buena moraleja:cuando las cosas se hacen en familia,saben siempre mejor.Muchas MAMÁS nos sentimos reflejadas en este cuento,que nos anima a dedicarle mas tiempo a la cocina y con mas ganas pues al final vale la pena ver disfrutar a toda la familia en la mesa.

Anónimo dijo...

No es que el relato esté mal, pero le faltan tildes, cosa inadmisible a estas alturas, y me parece más propio de un concurso de cuentos infantiles que de un certamen de adultos. No quiero ser crítico pero me recuerda a las redacciones del colegio.

La autora dijo...

Gracias por leer el cuento y gracias por las críticas, por las buenas y las menos buenas. Tomo nota para seguir aprendiendo. Gracias

Dubois dijo...

Desde mi punto de vista, sólo se trata de una descripción y al relato le falta un argumento que resulte atractivo.

Anónimo dijo...

Solo puedo decir "Guau". Una gran historia con una bonita reflexión. Enhorabuena y ojalá que ganes, tienes todo mi apoyo.

Anónimo dijo...

Los mejores relatos no siempre tienen que ser serios y aburridos. A muchos adultos si que nos parece interesante la idea del cuento. Es más la idea de un cuento le da el toque de originalidad. Para los que apreciamos los buenos relatos me parece que es muy bueno y además es super original.

Anónimo dijo...

¡Bien hecho!, me gusta muchísimo este cuento. Y no podría estar más de acuerdo con el comentario publicado recientemente en el cual se aclara que los relatos con calidad no deben ser serios y aburridos. Es más aquí tenemos claramente un ejemplo de un relato excelente y además original. Mis felicitaciones a la cocinera y a la autora de esta obra :) . Te mereces ganar

El padrino dijo...

La historia es bonita, la idea brillante y la moraleja final clara: Ojalá nos enfrentaramos a los problemas de la vida con una actitud tan positiva y sin quejas inútiles.
Todo eso está muy bien, pero ¿Cuándo y dónde nos comemos las albondigas?

Anónimo dijo...

Un relato muy entrañable que aporta una valiosa lección como dicen anteriores comentarios. Sería estupendo que a todo se le pudiera dar la forma divertida que aporta un niño, igual que hacían con las albóndigas o las galletas. Así todo sería mucho más fácil de llevar.

Anónimo dijo...

No sé, no sé, a mí tanto comentario favorable cuando todos los demás relatos están apenas sin comentar me suena a autocomentario, o a comentarios de amiguitos. Y a mí aete cuento me aburre y ni siquiera podría llamarlo relato o cuento, creo que incluso el término redacción escolar le queda grande. Tal vez puedas enviarlo a alguna de esas revistas de niños en la que los padres cuantan sus experiencias. Por último, solo he leído el relato al ver la cantidad de comentarios que tenía, y eso es lo que me ha hecho ver tan claro que nadie en su sano juicio lo alabaría, solo el autor o autora.

Jacobino dijo...

En efecto, se ve que los comentarios son de familiares y amigos.

La historia es floja y aburrida, y el texto está repleto de errores ortográficos, gramaticales y estilísticos.

Suerte.

Anónimo dijo...

Mera anécdota con un título rebuscado que no incita para nada a la lectura.

Calvin dijo...

Los primeros comentarios son demasiado positivos para lo que el texto es. Como dicen los últimos, parecen de amigos y familiares. Sin desmerecer la idea o la moraleja de que la familia que cocina unida permanece unida, la forma en la que está redactado el texto parece de un chaval. Hay multitud de repeticiones (en la primera línea sale dos veces la palabra cocina, por poner un ejemplo) y la ortografía es mejorable. NO ayuda en nada a la lectura del texto, y desdel uego, si esto lo ha escrito la madre y lo van a leer los niños, necesita un paso previo por el corrector de word.

Alain dijo...

Un relato sencillo de agradable lectura. El relato nos cuenta que al principio la actitud ante las comidas en esa casa no era la ideal. En mi opinión se nos tenía que haber mostrado más. No sé, alguna anécdota, una conversación. De esa manera nos impresionaría más el cambio dado. Es todo muy asertivo.
Suerte