jueves, 23 de junio de 2011

19- Estofado de ideas a la literaria por Kordon Vleu

    Despliéguense sobre la mesa diversos juegos de letras. Ir colocando con precisión retazos de abecedario de acuerdo a un suculento vocabulario, de ser posible español pues ofrece interesante gama de ingredientes y otro no practicamos. Éste léxico, cual buen vino, ha de obtenerse mediante añeja calma temporal sublimada en opíparas lecturas y frecuentes consultas al diccionario.
    La cantidad de ideas ha de ser acorde al apetito de los comensales y las pretensiones del chef. Si bien pueden usarse recién nacidas siempre es preferible tomar las del congelador, su meditado reposo permitirá mayor ductilidad en la representación iconográfica.
    A fuego lento se comenzará el cocido de las ideas disponibles buscando que los personajes resultantes destilen su esencia con acierto. No atosigarlos, en ocasiones es mejor limitarse a seguirles la trayectoria en el caldo, en otras, guiarlos sin que lo noten. De tenerse muy claro el rumbo de la idea fundamental puede permitirse a los actores desplazamientos laterales en la marmita.
    A intervalos adecuados y de acuerdo a la intención perseguida podrían agregarse: lomitos de humor, serpentinas de ironía, lágrimas de amor, rebanadas de ternura, balines de intriga, detalles grotescos, enérgicas gotas de alegría pasional, sueños de gloria, preventivas dosis de consuelo para terribles desengaños, sonrisas marinadas con picardía, una o más vueltas de tuerca (evitar que se peguen en el fondo) y toda la gama de sensaciones, paisajes, tempestades, silencios y diálogos que se entiendan pertinentes. Usarlos con discreción, juntos darían lugar a un menjunje empalagoso. No olvidar que de nuestra mesura dependerá el buen sabor de la imaginería elaborada.
    Es elemental no abusar de ingredientes tales como adverbios y comas. A criterio del chef, sin exagerar y sólo en casos imprescindibles podrán agregarse: números, locuciones en latín, citas (nunca a ciegas, suelen no cuajar), acápites, fe de erratas, aforismos, notas al pie, refranes, versos, insultos, palabras soeces (muy en boga a partir de Bukowski) y, para no abundar en detalles: etcéteras y etc. (Ah, importante: evitar abreviaturas y paréntesis).
    Una vez encaminado este potaje prepararse a introducir el ingrediente primordial, aquello que dará al guisado de ideas nuestro toque característico y para lo cual no se escatimará la mínima partícula pues la exquisitez del nutrimento de él depende: talento. Si no se lo tiene la única alternativa radica en maniobrar con oficio. De no contarse con el mínimo arte la indigestión está asegurada, las buenas intenciones no bastan pues apenas adoquinan el paseo a un buen restaurante (léase: nuevas y profusas lecturas)
    Se habrá de cotejar el sabor una y otra vez a lo largo de la cocción teniendo en cuenta que la premura y el apasionamiento podrían redundar en un plato desabrido o a medio terminar; de darse tal extremo se estarían desperdiciando ideas cuya virtud no es la abundancia. Del mismo modo se debe controlar la temperatura, el recalentamiento podría arruinarle el bouquet de forma tal que la única opción sea lanzar los folios a la papelera.
    Si es posible, durante la preparación darlo a catar a nuestros colaboradores a efectos de ir ajustando el sabor, siempre teniendo en cuenta las opiniones sin que estas primen sobre nuestro albedrío. Bajar del fuego sólo al hallarse la sazón deseada sin descartar jamás la sospecha de que pudimos hacerlo mejor. Respirar profundo ante la obra consumada, repetirse que escribir no es sencillo y firmar la receta sólo de estar seguros que no requerirá retoques.
    Degustar el manjar en sitio confortable y discreto, con luz apropiada, de ser posible en silencio o acompañados de una tenue melodía. Lo trascendental de este acto creativo es poder compartirlo con el mayor número de comensales y, si gusta y lo manifiestan, no permitir que la vanidad contamine nuestro plato (no es fácil), evitar pues la ostentación. ¡Y a disfrutar!

4 comentarios:

Jacobino dijo...

Original, bien escrito y estructurado.

Suerte.

Anónimo dijo...

Esta descripción tiene muy buenos consejos para un taller literario pero no entendí el argumento.
Alvaro

Calvin dijo...

El texto está bien escrito y pasa por los diferentes aspectos del relato. Quizá, en mi opinión, y dado que desde el principio sabemos lo que hay, se hace un tanto pesado. A partir de la mitad ya no hay muchas sorpresas que ofrecer y eso repercute en las ganas de seguir leyendo.

Un saludo

Anónimo dijo...

Propuesta interesante y tan elaborada como debe serlo un buen plato. Felicitaciones